Sinopsis

El padre pródigo retrata las ambiguas relaciones entre los miembros de una familia cuyo padre
(Hernán, un profesor de literatura en la Universidad) se fue sin despedirse hace 20 años
y desde entonces no ha vuelto a comunicarse.
Durante estos años, sin embargo, la familia ha mantenido intactas sus viejas estructuras,
como si se tratara solamente de una ausencia pasajera. La verdadera crisis sobreviene cuando
Hernán regresa como si nada hubiera pasado y todos pretenden que, como Odiseo,
ocupe el sitio que abandonó años atrás.



martes, 8 de marzo de 2011

Drama Fest

Olga Harmony / La Jornada

(...) El segundo montaje de Drama Fest Bicentenario consiste en una muy inteligente comedia de Flavio González Mello, El padre pródigo, en la que el dramaturgo juega con la acepción legal del término, que priva al progenitor de la tutela de sus hijos y la parábola del hijo pródigo en esta historia del regreso de un padre ausente. La deliberada ambigüedad del texto produce en el espectador la impresión de ser un intruso que ve lo que le ocurre a la disfuncional familia casi como si la espiara, ya que las clásicas explicaciones a la razón de la conducta, sobre todo de Hernán, el padre, nunca llegan a darse y, cuando parece que se acerca “el momento de la verdad” en un enfrentamiento con su hija Ceci, ni ella ni nosotros le creemos, máxime que Camargo, el tolerado amante de la esposa, ha revelado que el observatorio astronómico, al lado del cual dijo que vivió cuando se fue, no estaba construido en esa época, lo que procura dudas acerca de su franqueza.

Ignoramos por qué se fue y por qué regresó y la razón de que lo hiciera con Analí, la chica que no habla con los demás, y tampoco sabremos qué lazo los une, o su indiferencia a la relación sexual –que más bien propició– de Analí con el desastrado Nan, el hijo que lo detesta. Podemos suponer, por la actitud de Cecilia que ella espera el regreso del esposo y de ahí el plato de más en la mesa, en un texto que nos tiende trampas –porque tampoco es eso– con reiteradas alusiones a Odiseo y al retorno de Agamenón tras luchar en Troya. La ingeniosa comedia hace que algunas escenas nos lleven a una reconciliación entre los cónyuges pero tampoco podemos tener esa certeza ante el final, por lo que podemos constatar que González Mello exploró un modo diferente de acercarse al tema de la familia, aunque mantenga constantes como la predilección de la madre por el hijo varón y el rechazo de la hija al amante de la madre.

En un espacio diseñado casi como proyecto arquitectónico con paredes y muebles colgados del telar y señalamientos en el piso, debido a Kuartoh arq.y diseño, con iluminación de Lidia Margules y vestuario de Emilienne Limón, el director chileno Martín Erazo Perales propone un buen trazo escénico a pesar de que en las escenas de la mesa olvida la cuarta pared y coloca a todos los comensales frontalmente, rompiendo con la posibilidad de realismo, pero acorde con la escenografía. Entre la tensión que produce el texto que nos vuelve mirones con elementos escenográficos y algunos de la dirección, el elenco tiene un excelente desempeño, sobre todo la pareja de los padres, el insondable Hernán encarnado por Rodolfo Arias y la enamorada Cecilia a la que interpreta Dobrina Cristeva, sin demérito para Emilio Guerrero que es Camargo, Leny Gruber –responsable de los dos videos– que es Ceci, Carlos Pedreira que es Nan, Olivia Lagunas como Laurita, Gabriel Hernán que es Jaime y Gimena Gómez como Analí.
Publicado en La Jornada, 7 de octubre de 2010.

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